A Fidel
He dicho no puedo antes de desprenderme la almohada del rostro
y me he parado, me he puesto de pie con el día con el mismo rostro y con la misma visión
con la que he venido cargando desde años atrás, como si me hubiera servido
hoy no quiero cambiar, sólo quiero ser un zumbido en el oído ajeno, quien sabe si para bien
quien sabe si para mal.
Y me he puesto además de mis derrotas otras derrotas que me he inventado
para ser ese airoso y bueno digno de canonizarse, pero no puedo, no puedo ni eso.
No puedo querer a mujer a cualquier hora del día no puedo
apenas me alcanza el tiempo para mis penas y mis lamentos
(dos lamentos por la mañana antes del desayuno, dos lamentos después de ingerir la cena
para mantener una lamentación saludable).
Me he puesto los zapatos que más me han apretado, para que me miren y digan
ése hombre, con dolor, sigue caminando
pero no son más que falsas estructuras, yo lo sé, yo, me las he ido inventando
y todo es tan verdadero, como es de verdadero lo falso.
He dicho no quiero antes de mirar el espejo
y hacerme como que me quiero y me aseo los dientes
y cuando el espejo me mira lo odio más que nunca porque cínicamente
me ha dicho la verdad de todos los días. La misma verdad de siempre.
Una verdad que no cambia con los días
que no cambie ¡no!
que no cambie, quiero seguir siendo el infeliz de siempre y de nunca
el pobre diablo con sus viejas rabietas y mismos enojos
-ni siquiera me he tomado la molestia de estrenarme otras-.
He querido querer, pero también me he dicho que no puedo
y de querer, quisiera decir sí puedo
pero tampoco es eso lo que quiero
¿qué quiero?
quiero que me miren y lloren, ustedes que sí pueden llorar
el llanto que no me he llorado, porque no puedo
y me den el amor que no merezco y nunca he merecido
porque yo
no puedo.
He dicho no puedo antes de desprenderme la almohada del rostro
y me he parado, me he puesto de pie con el día con el mismo rostro y con la misma visión
con la que he venido cargando desde años atrás, como si me hubiera servido
hoy no quiero cambiar, sólo quiero ser un zumbido en el oído ajeno, quien sabe si para bien
quien sabe si para mal.
Y me he puesto además de mis derrotas otras derrotas que me he inventado
para ser ese airoso y bueno digno de canonizarse, pero no puedo, no puedo ni eso.
No puedo querer a mujer a cualquier hora del día no puedo
apenas me alcanza el tiempo para mis penas y mis lamentos
(dos lamentos por la mañana antes del desayuno, dos lamentos después de ingerir la cena
para mantener una lamentación saludable).
Me he puesto los zapatos que más me han apretado, para que me miren y digan
ése hombre, con dolor, sigue caminando
pero no son más que falsas estructuras, yo lo sé, yo, me las he ido inventando
y todo es tan verdadero, como es de verdadero lo falso.
He dicho no quiero antes de mirar el espejo
y hacerme como que me quiero y me aseo los dientes
y cuando el espejo me mira lo odio más que nunca porque cínicamente
me ha dicho la verdad de todos los días. La misma verdad de siempre.
Una verdad que no cambia con los días
que no cambie ¡no!
que no cambie, quiero seguir siendo el infeliz de siempre y de nunca
el pobre diablo con sus viejas rabietas y mismos enojos
-ni siquiera me he tomado la molestia de estrenarme otras-.
He querido querer, pero también me he dicho que no puedo
y de querer, quisiera decir sí puedo
pero tampoco es eso lo que quiero
¿qué quiero?
quiero que me miren y lloren, ustedes que sí pueden llorar
el llanto que no me he llorado, porque no puedo
y me den el amor que no merezco y nunca he merecido
porque yo
no puedo.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home